Las canciones tienen vida. Cada uno de nosotros se la damos. Pero quiero recordar esa sensación, ese sentimiento mágico que te envuelve cuando una canción te encanta. Tararear su melodía día tras día, imaginarla como banda sonora de miles de situaciones,...
Pero, llega el día, el esperado momento de escucharla en directo. Tu grupo esta encima del escenario y te mira fijamente. Tienes preparados todos los poros de tu cuerpo para absorver cada uno de los sonidos que suenen esa noche. Y suena LA CANCIÓN, TU CANCIÓN.
Has estado toda la noche cantando pero en ese instante tienes los labios sellados. Estás hipnotizado. Sólo te responden los oídos. Es maravilloso.
Pasa la noche y el día. Vuelve el momento de encender la radio. Y vuelve a sonar dicha canción. Entonces, en ese instante los recuerdos se desprenden por el altavoz, también. Una pequeña sonrisa se escapa de tu boca y la canción toma un sentimiento distinto al del principio. Un sentimiento mejor. Más espléndido.
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